El agua, la arena y el pasto, los sitios de juego compartido, son lugares propicios para que los chicos se contagien piojos. En verano es más frecuente que el pelo esté suelto y el contacto directo entre las cabezas favorece la transmisión. Por eso a la vuelta de las vacaciones hay que revisarlos y deshacerse de cualquier habitante extraño que trajeron de la playa, pileta o colonia. Se necesita un tratamiento intensivo para empezar las clases sin pediculosis y hacer una buena prevención durante todo el año. Si bien la correcta aplicación de los tratamientos pediculicidas es efectiva, la única forma de eliminarlos definitivamente es hacer un control frecuente y el uso periódico del peine fino.
» Revisar diariamente la cabeza de los niños y pasar el peine fino de metal.
» Evitar compartir elementos que están en contacto con el pelo (hebillas, peines, vinchas, almohadas, abrigos)
» La aplicación de vinagre sobre el cuero cabelludo no es tóxica y puede ser de utilidad ya que ayuda al desprendimiento de las liendres.
Es una infección en el cuero cabelludo provocada por los piojos –parásitos que se alimentan de la sangre humana y se adaptan a todo tipo de ambiente–. Se ubican cerca del cuero cabelludo que les brinda el calor necesario para sobrevivir y reproducirse. La hembra pone los huevos (liendres), que se adhieren al pelo mediante una sustancia cementante. Su evolución dura unos 8 días, hasta que eclosiona y da lugar a la larva. Después de 3 o 4 días se transforma en ninfa y luego de la misma cantidad de días se convierte en parásito adulto, que vuelve a reproducirse y da lugar a un nuevo ciclo. Los piojos son translúcidos y su color varía de beige claro a oscuro según el color de pelo donde habitan. El síntoma característico es la picazón, más aguda en la nuca o detrás de las orejas. Para poder extraer la sangre, el parásito elimina con la saliva un líquido anticoagulante muy irritante que origina la picazón. Si no se actúa se suma la aparición de granitos, que con el rascado pueden infectarse.
Afecta generalmente a chicos de entre 4 y 12 años, aunque cualquiera puede contraerlos. La propagación se produce por el contacto con el pelo de una persona infectada, no saltan ni vuelan, trepan o caminan. Pueden transmitirse por el uso compartido de cepillos, peines, sombreros, toallas. Si bien no se conoce con exactitud por qué algunas personas se contagian y otras no, se cree que existen ciertos factores que predisponen como la temperatura de la cabeza, el tipo de cabello y la presencia de grasitud.
Conviene actuar con rapidez y revisar el pelo mechón por mechón, extraer las liendres manualmente con la ayuda de un peine fino metálico –hay que usarlo a contrapelo y hacerlo sobre una toalla blanca para facilitar la visión–. Es bueno aplicar previamente vinagre de vino (ácido acético) caliente para facilitar la remoción de los huevos, ya que destruye la sustancia que los adhiere a la fibra capilar. Los productos pediculicidas atacan el huevo, la larva, la ninfa, la liendre y los piojos. Básicamente están compuestos por lindano, permetrina e ivermectina. Lo indicado es repetir el tratamiento a la semana, ya que suele ocurrir que en la primera infección la liendre es más resistente.